Creo que el mundo sería un lugar mejor solo con que escuchásemos las palabras de otros y las razonásemos sin prejuicios.
Nadie esta en posesión de la verdad absoluta.
Analizar lo que se nos dice puede afianzarnos en lo que creemos, cambiar el rumbo de nuestras creencias... o entender que en las dos opciones hay parte de razón y podemos ayudar a reconciliar los dos extremos.
Escuchar no obliga. Pero si es verdad que todo lo que oímos nos provoca cambios emocionales o físicos.
El peligro no reside en la palabra que se pronuncia, sino en como afecta al oyente. Se puede manipular consciente o inconscientemente.
Se nos puede manipular... si nuestras convicciones no son firmes.
Se nos puede convencer con promesas que despiertan nuestra codicia.
Se nos puede adormecer la razón con unas determinadas cadencias en la voz.
Se nos puede obligar con amenazas o castigos... y es entonces cuando hemos de decidir si nos doblegamos o no nos rendimos.
Toda palabra pronunciada es una emanación de energía de una determinada frecuencia.
Es la intención primera del que habla la que la determina.
Podemos escuchar una gran oratoria en pro de la paz y algo en nuestro interior nos advierte de que, no sabemos porqué, pero nos inspira desconfianza... porque nuestro cuerpo capta que esa persona nos está manipulando. Es bueno estar atentos a estas señales, se dan en los primeros instantes de un contacto. El cuerpo no miente. Nuestro cerebro es un sofisticado emisor receptor de frecuencias.
Hay personas que dominan "el arte" de la manipulación. Escuchar a nuestra intuición puede salvarnos de caer en la trampa.
Podemos escuchar una gran oratoria en pro de la paz... y ese algo interno nos dice que es verdad, que estamos escuchando palabras sabias.
La diferencia radica en como nos sentimos debido a lo que hemos escuchado.
Podemos sentirnos impelidos a luchar, nos unimos a una masa de personas enfervorecidas. Dejamos de tener nuestro control personal para sumarlo a la masa.
Podemos decidir que el discurso a estado bien o mal pero nos ha dejado indiferentes.
Podemos sentirnos llenos de fuerza e ilusión pero libres en lo que hacemos con ello.
También podemos comprobar incrédulos como las personas a nuestro alrededor están siendo captadas por alguien que nosotros calificamos como manipulador.
La ciencia ya conoce sobradamente como afecta a nuestros cerebros el recibir determinadas frecuencias.
Pueden alterar nuestra mente y cuerpo. Pueden sanarnos, enfermarnos o destruirnos... y muchas veces estamos indefensos.
Ya en el antiguo testamento se nos habla del inmenso poder del sonido.
Cuando se ordenó al pueblo israelita dar vueltas a la ciudad de Jericó tocando las trompetas y gritando, las murallas se derrumbaron.
La frecuencia del sonido que emitieron los israelitas afecto a la frecuencia de las piedras de la muralla.
También sabemos que el sonido emitido en un determinado tono por nuestra voz, afortunadamente no todos llegamos a poder emitirlo, rompe el cristal.
Hoy se practican operaciones, por ejemplo de sinusitis, aplicando una determinada frecuencia, siendo innecesario el corte del tejido. También se hace con otros tipos de enfermedades.
El poder curativo del sonido es conocido, pero no muy divulgado, desde tiempos remotos.
El canto gregoriano se basa en este conocimiento.
A estos sonidos curativos se les denomina solfeggios.
Cada una de estas frecuencias incide de una determinada manera en nuestros cuerpo y mente.
En el cristianismo se nos dice " El Verbo se hizo carne" o lo que es lo mismo, una determinada frecuencia de vibración emitida por La Energía Creadora es la materia... de la que todos formamos parte.
Nuestra propia voz puede sanarnos o enfermarnos... dependerá de las palabras que emitimos y la intención con la que lo hacemos.
Si, la palabra es muy poderosa.
Es bueno conocer como nos afecta.
Escuchar con el corazón nos indica la veracidad o mentira de lo que oímos.
Escuchar es bueno... saber protegernos de las emanaciones que provocan las palabras u otros sonidos es esencial.
Escuchar a quien nos habla, no para rebatir sino para comprender nos enriquece y hermana.
Todo es energia vibrando a diferentes frecuencias.
La energia ni se crea ni se destruye, solo se transforma.
Muchas veces oímos pero no comprendemos, porque oímos tomando como referente lo que nuestra mente decodifica. Nuestra mente es muy limitada.
Cuando nuestro referente no es la mente sino el corazón es cuando comprendemos.
Hay razones que el corazón comprende pero la mente no entiende.
Aléjate de ruidos.
Disfruta del silencio, los sones de la naturaleza, las palabras amorosas, el sonido de tu propia vos y la música armoniosa nos elevan la frecuencia y aclaran la mente.
Los sonidos discordantes y las palabras destructivas nos bajan la vibración y espesan la mente.
En mi canal de you tube tengo colgados 26 videos con los solfeggios, tanto la serie completa como uno a uno. Puros o mezclados con sonidos naturales. En muchos de ellos hay una descripción de sus propiedades.
Tomate un momento para meditar las palabras y su intención, que emites más a menudo. Si son constructivas, destructivas, de lamento, de impotencia... y actúa en consecuencia.
Te agradeceré comentes y compartas mis reflexiones, juntos aprendemos. Muchas gracias por tu atención.
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