He aquí el resumen.
Nos encontramos mucho mejor sintiéndonos felices que sintiéndonos desgraciados.
Vamos a reflexionarlo.
No necesitamos de nada más que autoanalizarnos, en base a experiencias propias pasadas. ++¡
Todo lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos son emanaciones de energía a diferentes frecuencias.
Porqué somos energia consciente manifestándose en el plano físico.
Todas estas emanaciones nos provocan un efecto... variaciones en nuestro estado de animo.
La mente razona pero no siente, esto es una función del alma.
Si la mente esta a su servicio, no hay conflicto.
El bienestar emocional está asegurado.
El corazón sabe de razones que la mente no comprende.
Si sentimos: tristeza, rabia, envidia, egoísmo, soledad... no nos sentimos bien.
Nuestros pensamientos, palabras y acciones estarán condicionados por ello.
Son un calvario estos estados emocionales.
Nos predisponen a manifestar nuestra peor versión de nosotros mismos.
La mente se nos ofusca.
Si sentimos: alegria, paz, generosidad, unión... nos sentimos bien.
Nuestros pensamientos, palabras y acciones estarán condicionadas por ello.
Manifestaremos la mejor versión de nosotros mismos... y mejoraremos aún más nuestra situación.
La mente se aclara.
Nos sentimos de maravilla.
Estamos aquí para comprender que es lo que, realmente, nos hace sentir bien y mal... y el porqué.
Esta es la finalidad de todas nuestras experiencias.
Reaccionamos a ellas según nos sentimos en cada momento.... y de ellas aprendemos.
El mundo es nuestro espejo.
Vemos reflejado en el exterior como nosotros somos realmente.
El refranero es muy instructivo... dime de que presumes y te diré de que careces... porque vemos antes la paja en ojo ajeno que la viga en el propio.
No hay peor ciego que aquel que no quiere ver.
De hecho no es querer, aunque lo parezca... es no poder... si hay algo en nosotros que no nos gusta, lo vemos primero reflejado en las personas que nos rodean...y después tomamos conciencia de que ellos son nuestro reflejo.
Para bien o para mal... todo depende del color del cristal con el que se mira.
El criterio que usamos es aquel del... piensa el ladrón que todos son de su misma condición, porque es bien cierto que vemos reflejado en los demás como somos nosotros.
Es lógico suponer que, si podemos escoger, vamos todos ha decantarnos por sentirnos bien... pero la realidad es que no siempre lo logramos.
¿Porqué no escogemos, siempre, sentirnos bien?
Siempre, da igual lo insignificante que sea algo, escogemos.
Nunca hay una sola salida... aunque, quizás, solo una la veamos viable o la menos mala.
Algunas veces, lo que realmente deseamos, implica pagar lo que nuestra mente considera un precio demasiado alto... no es nunca dinero.
Si decide que el precio es demasiado alto, que no podemos asumirlo, lo descarta como opción.
Es un autoengaño.
Todo tiene su precio, poder podemos pagarlo... pero a veces no estamos preparados, aún, para hacerlo.
Se trata de ser honestos con nosotros mismos, actuar de acuerdo a ello y asumir los inconvenientes.
Es el grado amor propio, el grado de autor respeto... el que nos da el grado de satisfacción.
Esa es la moneda de cambio.
Quien se ama no se daña, se cuida y se respeta... respetar a los demás es un efecto colateral.
Seria actuar de manera indigna con nosotros mismos el no hacerlo... y nos provocaría sentirnos mal.
Independientemente de las circunstancias, lo que cuenta es como nos sentimos con lo que decidimos.
Y si escogemos no ser honestos, no nos sentiremos bien, por más que intentemos maquillarlo.
Repito, la mente no siente, solo razona.
He aquí el problema.
Nuestra mente no contempla como nos sentiremos, con una determinada elección, a largo plazo.
Porque el sentir es cosa del alma.
Si, por poner un ejemplo, hemos mentido. Porque queremos conseguir algo, que si somos sinceros no lo conseguiremos.
Estamos a punto de ser descubiertos.
Instintivamente la mente busca como salir del apuro con los menores daños posibles.
Podemos maquinar una excusa ( otra mentira) con la esperanza de que sea aceptada o diferir las consecuencias... podemos intentar culpar a otra persona... podemos alejarnos si es posible... podemos pedir clemencia, cuando nosotros hemos intentado abusar de la buena fe, sin ningún tipo de reparo...o podemos reconocerlo, asumir las consecuencias y proponernos no volver a mentir... porque hemos comprendido que mentir no es noble.
En todas las opciones, menos la última, solo hemos pospuesto el problema... nos provocarán angustia por el miedo a ser descubiertos y avergonzados, miedo de que al posponerlo aún lo empeoremos más, rabia de que nuestra mentira no nos ha dado el resultado que esperábamos... y por nuestro comportamiento, nos sentiremos avergonzados con nosotros mismos, pero no nos lo reconoceremos.
Hay personas que mienten muy bien.
Flaco favor se hacen.
Tarde o temprano serán descubiertos. Cuanto más mienten más sufren, porque acumulan más posibilidades de ser descubiertos.
Nuestra mente tiende a reaccionar instintivamente... y nos condiciona el raciocinio.
Es un mecanismo muy útil en momentos de peligro inmediato.
Nos impele a actuar: correr, agacharnos, luchar... y después, pasado el peligro, es cuando tomamos conciencia de lo ocurrido y de sus consecuencias.
También puede ocurrir, si la situación nos provoca pavor, que la mente se paralice.
Es el puro instinto de sobrevivencia.
La mente se sabe perecedera y busca su permanencia.
Si ya hemos alcanzado un cierto grado de control de nuestros instintos, en momentos en los que la mente quiere reaccionar instintivamente, somos capaces de serenarnos y evaluar las consecuencias a largo plazo... que será el coste anímico de vivir con las decisiones tomadas... porque nada sale gratis.
Evitamos así muchas posibles consecuencias no deseadas.
Es aquello que si sientes que estas perdiendo el control... y por experiencias pasadas sabes que no presagia nada bueno... hay que respirar hondo o contar hasta diez.
Si logramos parar unos segundos el instinto, nos damos tiempo para retomar el control.
Cuando nos sentimos mal, es un claro indicio de que no estamos actuando en armonía con nuestra alma.
Así es como la Vida nos guía.
Cuanto más alejados de esta armonía peor nos sentimos.
Si.
La mejor opción que podemos tomar es la de sentirnos bien a corto medio y largo plazo.
De hecho, todas las decisiones las tomamos en este fin... aunque luego, algunas veces, comprobemos que no lo hemos logrado
Estamos aquí, experimentando, para averiguar lo que de verás nos hace sentir bien.
Cursos y terapias de Reiki presenciales y a distancia.
Terapias gratuitas a distancia una vez al mes, en colaboración con la associació Antahkarana.