miércoles, 25 de junio de 2025

240- Resumen

 



He aquí el resumen.

Nos encontramos mucho mejor sintiéndonos felices que sintiéndonos desgraciados.

Vamos a reflexionarlo.
No necesitamos de nada más que autoanalizarnos, en base a experiencias propias pasadas. ++¡
Sabremos, así, que es lo que nos hace sentir felices y que es lo nos hace sentir desgraciados.
Todo lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos son emanaciones de energía a diferentes frecuencias.
Porqué somos energia consciente manifestándose en el plano físico.
Todas estas emanaciones nos provocan un efecto... variaciones en nuestro estado de animo.

La mente razona pero no siente, esto es una función del alma.
Si la mente esta a su servicio, no hay conflicto.
El bienestar emocional está asegurado.
El corazón sabe de razones que la mente no comprende.

Si sentimos: tristeza, rabia, envidia, egoísmo, soledad... no nos sentimos bien.
Nuestros pensamientos, palabras y acciones estarán condicionados por ello.
Son un calvario estos estados emocionales.
Nos predisponen a manifestar nuestra peor versión de nosotros mismos.
La mente se nos ofusca.

Si sentimos: alegria, paz, generosidad, unión... nos sentimos bien.
Nuestros pensamientos, palabras y acciones estarán condicionadas por ello.
Manifestaremos la mejor versión de nosotros mismos... y mejoraremos aún más nuestra situación.
La mente se aclara.
Nos sentimos de maravilla.

Estamos aquí para comprender que es lo que, realmente, nos hace sentir bien y mal... y el porqué.
Esta es la finalidad de todas nuestras experiencias.
Reaccionamos a ellas según nos sentimos en cada momento.... y de ellas aprendemos.
El mundo es nuestro espejo.
Vemos reflejado en el exterior como nosotros somos realmente.

El refranero es muy instructivo... dime de que presumes y te diré de que careces... porque vemos antes la paja en ojo ajeno que la viga en el propio.
No hay peor ciego que aquel que no quiere ver.
De hecho no es querer, aunque lo parezca... es no poder... si hay algo en nosotros que no nos gusta, lo vemos primero reflejado en las personas que nos rodean...y después tomamos conciencia de que ellos son nuestro reflejo.
Para bien o para mal... todo depende del color del cristal con el que se mira.
El criterio que usamos es aquel del... piensa el ladrón que todos son de su misma condición, porque es bien cierto que vemos reflejado en los demás como somos nosotros.

Es lógico suponer que, si podemos escoger, vamos todos ha decantarnos por sentirnos bien... pero la realidad es que no siempre lo logramos.
¿Porqué no escogemos, siempre, sentirnos bien?
Siempre, da igual lo insignificante que sea algo, escogemos.
Nunca hay una sola salida... aunque, quizás, solo una la veamos viable o la menos mala.
Algunas veces, lo que realmente deseamos, implica pagar lo que nuestra mente considera un precio demasiado alto... no es nunca dinero.
Si decide que el precio es demasiado alto, que no podemos asumirlo, lo descarta como opción.
Es un autoengaño.

Todo tiene su precio, poder podemos pagarlo... pero a veces no estamos preparados, aún, para hacerlo.
Se trata de ser honestos con nosotros mismos, actuar de acuerdo a ello y asumir los inconvenientes.
Es el grado amor propio, el grado de autor respeto... el que nos da el grado de satisfacción.
Esa es la moneda de cambio.

Quien se ama no se daña, se cuida y se respeta... respetar a los demás es un efecto colateral.
Seria actuar de manera indigna con nosotros mismos el no hacerlo... y nos provocaría sentirnos mal.

Independientemente de las circunstancias, lo que cuenta es como nos sentimos con lo que decidimos.
Y si escogemos no ser honestos, no nos sentiremos bien, por más que intentemos maquillarlo.
Repito, la mente no siente, solo razona.
He aquí el problema.

Nuestra mente no contempla como nos sentiremos, con una determinada elección, a largo plazo.
Porque el sentir es cosa del alma.
Si, por poner un ejemplo, hemos mentido. Porque queremos conseguir algo, que si somos sinceros no lo conseguiremos.
Estamos a punto de ser descubiertos.
Instintivamente la mente busca como salir del apuro con los menores daños posibles.
Podemos maquinar una excusa ( otra mentira) con la esperanza de que sea aceptada o diferir las consecuencias... podemos intentar culpar a otra persona... podemos alejarnos si es posible... podemos pedir clemencia, cuando nosotros hemos intentado abusar de la buena fe, sin ningún tipo de reparo...o podemos reconocerlo, asumir las consecuencias y proponernos no volver a mentir... porque hemos comprendido que mentir no es noble.

En todas las opciones, menos la última, solo hemos pospuesto el problema... nos provocarán angustia por el miedo a ser descubiertos y avergonzados, miedo de que al posponerlo aún lo empeoremos más, rabia de que nuestra mentira no nos ha dado el resultado que esperábamos... y por nuestro comportamiento, nos sentiremos avergonzados con nosotros mismos, pero no nos lo reconoceremos.

Hay personas que mienten muy bien.
Flaco favor se hacen.
Tarde o temprano serán descubiertos. Cuanto más mienten más sufren, porque acumulan más posibilidades de ser descubiertos.

Nuestra mente tiende a reaccionar instintivamente... y nos condiciona el raciocinio.
Es un mecanismo muy útil en momentos de peligro inmediato.
Nos impele a actuar: correr, agacharnos, luchar... y después, pasado el peligro, es cuando tomamos conciencia de lo ocurrido y de sus consecuencias.
También puede ocurrir, si la situación nos provoca pavor, que la mente se paralice.
Es el puro instinto de sobrevivencia.
La mente se sabe perecedera y busca su permanencia.

Si ya hemos alcanzado un cierto grado de control de nuestros instintos, en momentos en los que la mente quiere reaccionar instintivamente, somos capaces de serenarnos y evaluar las consecuencias a largo plazo... que será el coste anímico de vivir con las decisiones tomadas... porque nada sale gratis.
Evitamos así muchas posibles consecuencias no deseadas.
Es aquello que si sientes que estas perdiendo el control... y por experiencias pasadas sabes que no presagia nada bueno... hay que respirar hondo o contar hasta diez.
Si logramos parar unos segundos el instinto, nos damos tiempo para retomar el control.

Cuando nos sentimos mal, es un claro indicio de que no estamos actuando en armonía con nuestra alma.
Así es como la Vida nos guía.
Cuanto más alejados de esta armonía peor nos sentimos.

Si.
La mejor opción que podemos tomar es la de sentirnos bien a corto medio y largo plazo.

De hecho, todas las decisiones las tomamos en este fin... aunque luego, algunas veces, comprobemos que no lo hemos logrado
Estamos aquí, experimentando, para averiguar lo que de verás nos hace sentir bien.
Cursos y terapias de Reiki presenciales y a distancia.
Terapias gratuitas a distancia una vez al mes, en colaboración con la associació Antahkarana.

lunes, 23 de junio de 2025

239- Solo cuenta como nos sentimos

 


Lo que nos destroza... es como nos sentimos.

Lo que nos empodera... es como que sentimos.

Sentir sentimos siempre, desde la plenitud hasta el vacío existencial... con múltiples grados intermedios.

Como nos sentimos es la esencia, es la realidad que subyace en toda experiencia.

Un corazón roto, la soledad del alma, el sentirse incomprendido, utilizado, el miedo, la impotencia... con un abrazo u otra muestra sincera de afecto se ayuda a sanar estas heridas.
Sabiéndolo, algunas veces no lo aceptamos o damos, por demasiado orgullo fruto del ego desmedido para aceptar ayuda o por puro miedo a ser rechazados al darla... por quien percibe la necesidad.
En los dos casos nos sentimos mal.

Cuando nos reprimimos por miedo dar afecto, sabiendo que la otra persona está necesitada, sabemos que nos estamos fallando y fallando a la otra persona.
El alma, sensible y empática,quiere dar pero la mente aún no está preparada, sus miedos la frenan. Tiene que aprender a vencerlos.

La vida, con su continua enseñanza, nos coloca continuamente, delante, situaciones para lograrlo.
Esta vez no hemos sido capaces... pero hemos sido conscientes de que no hemos actuado de acuerdo a lo que verdaderamente sentimos. Este es un paso importante en nuestro aprendizaje.

Otras veces ha de transcurrir tiempo, para comprender que no dimos consuelo a quien lo necesitaba.
No podemos cambiar el pasado.
Pero, tomar ahora conciencia significa que en este tiempo transcurrido hemos crecido en conocimiento... en amor.
Pudimos ser conscientes del dolor pero no nos importo... incluso pudimos alegrarnos, o fuimos completamente ignorantes.
Las dos situaciones nos muestran nuestra deficiencia, pero en diferente grado.

Cuando, dolidos, no recibimos muestras de afecto... o no las aceptamos por un orgullo absurdo, podemos desencadenar: rabia, crueldad, envidia y desespero.
Puede aflorar lo mas ruin y mezquino que llevamos dentro.
Dañamos.
Nos complacemos en el dolor ajeno, para intentar acallar ese dolor tan profundo que llevamos dentro.... momentáneamente lo silenciamos, pero no sanamos nuestra herida.
Como toda experiencia, forma parte de nuestro aprendizaje.

La vida usa un código muy sencillo para guiarnos... sentirnos bien o mal con nosotros mismos.

Cuando nos empeñamos en acumular y en aparentar, en vivir mirando hacia afuera... vivir centrados en la materia, nuestro vacío existencial es grande.
Somos incapaces de llenarlo con sentimientos... y buscamos desesperados sucedaneos para intentarlo.
No sirven más que por un limitado tiempo, las posesiones materiales, por mas que podamos tocarlas y usarlas no tienen alma. No nos proporcionan la calidez que nos conforta el alma... no nos proporciona el bienestar que anhelamos.

Es patetico contemplar a dos seres que se sienten vacíos, usándose cual objetos, mutuamente, para intentar llenarse... de nada.
Intentar llenar el vacío existencial con sucedáneos es inutil, nunca lo conseguimos.
Que distinto es sentirnos bien emocionalmente. Afloramos lo mejor que llevamos dentro. No depende de nada externo.
Afloramos la calidez del amor que poseemos, al ser manifestado.
Sentirnos así es incompatible con mezquindades, egoísmos, injusticias, envidias, rencores e insensibilidades.

Se da la paradoja de que lo verdadero, lo que de veras nos aporta calidez y bienestar emocional, es gratis... afortunadamente no hay suficiente dinero para comprar o dar afecto sincero.
¡Cuanto nos cuesta comprenderlo!

El abrazo... o cualquier muestra de cariño, consuela en la desgracia, sostiene en los momentos débiles, transmite cariño sincero... y no tiene precio.
Es algo tan inmenso que solo puede darse sincera y espontáneamente... y que conforta tanto a quien lo recibe como a quien lo transmite.

Cuando nos sentimos bien, afloran espontáneamente: la alegria, la compasión, la hermandad, la tolerancia, la generosidad, la amistad, el cariño y el respeto propio y ajeno... es el amor manifestándose.

Lo que nos importa es como nos sentimos, no lo que poseemos.

Si no hay brazos que te abracen, utiliza los tuyos.
Aprender a amarse uno mismo es imprescindible para poder amar al resto.
Sentirnos solos y carentes de afecto... ocurre cuando aún no nos amamos lo suficiente.

Amar es compartir, amarse es valorarse.
Recuerda, es bien cierto que nadie puede dar lo que no tiene... independientemente de lo que sea.
Una carencia significa que hay algo que consideramos importante y no lo poseemos.

Al final, la carencia que subyace en todas las carencias, es la falta amor ... todos intentamos llenar este vacío, porque no recordamos que ya somos puro amor manifestándose.

Todos deseamos que los demás sean comprensivos con nuestros fallos, que nos amen a pesar de ellos.
Aquí, estamos todos aprendiendo.
Trata a los demás como tú quieres ser tratado.

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