jueves, 8 de mayo de 2025

222- ¡Y por fin lloré!


 



 No hay nada tan valioso como un sentimiento.

No hay dinero ni motivación que puedan provocarlo.
El sentimiento nace del alma, lo sentimos pero no podemos transmitirlo a nivel consciente.
No tenemos palabras para expresar lo que sentimos... solo podemos intentar aproximaciones referenciadas en el mundo físico.

Un sentimiento es una manifestación energética de la más alta frecuencia, que es siempre captado por otra alma... pero no necesariamente llegar a su mente.
Un sentimiento es una manifestación de amor.

Durante una etapa de mi vida, por unas circunstancias muy adversas, vivía pero no sentía.
Mi cuerpo y mi mente estaban operativos, mi mente reaccionaba al placer y al dolor... pero no era consciente de como me sentia yo, el alma.
Un día, fue al ver una película cuando los cines eran aún de sesión continua... lloré.

Me descubrí llorando con sentimiento y me sentí inmensamente feliz.
Me quede hasta el último pase, gozando de poder llorar, de poder conmoverme... de ser consciente de toda la tristeza que acumulaba e ignoraba.

Aquellas lagrimas que corrían por mis mejillas, me devolvieron a la Vida. Porque vivir sin sentir no es vida.

Aquel día descubrí el incalculable valor de los sentimientos... porque los había perdido hacia ya algun tiempo...y afortunadamente los volví a encontrar , a sentir, dentro de mi.
La recuperación fue muy larga... quizás aún este en ello. Las heridas cicatrizan pero dejan su huella.

Desde entonces, cuando alguien sufre, instintivamente, soy muy empática con su dolor.
Lo capto a través de todas las barreras que interpone... y me conmueve.

Soy capaz de ver al ser maravilloso que ha acallado sus sentimientos.
Siento su soledad, su impotencia, su coraza, su desapego... que creyendo le protegen le encierran aun mas en una prisión oscura e inhóspita.
Se ha acostumbrado a vivir sin sentir, pero esto le impide disfrutar de la paz, la serenidad, el respeto, la plenitud... el amor.

Deseo si no le puedo aliviar, como mínimo acompañarle.
Imagino lo que está sufriendo, por como me sentí yo al pasar por este tormento.

Ponernos en el lugar del otro no podemos... nos ponemos en lo que, creemos ,sentiríamos nosotros si estuviésemos sintiendo lo que creemos que siente... recordamos nuestro dolor y como nos sentimos entonces.
A esto le llamamos empatía.

Una persona empática nunca se alegra por el dolor de otra persona, independientemente de las circunstancias que se lo han provocado.
Cuando ante el dolor ajeno sentimos placer... es una clara advertencia de que nuestra salud emocional está seriamente dañada.
El dolor ajeno puede ser una consecuencia lógica de algun acto indigno... pero alegrarnos por ello... nos evidencia traumas propios sin resolver.

Con el tiempo he aprendido que solo puedo ayudar a quien lo acepta... y que desear ayudar no significa dejarme maltratar... recibir impunemente los embates que lanza la ira del dolor ciego.
También he comprendido que todo pasa por algo y esta experiencia vital si bien no es nada placentera si es necesaria e inevitable.

Cuanto más nos cuesta aprender una lección, más duros son los métodos que se emplean para lograrlo.
No es un castigo perverso.
La vida primero nos susurra, luego habla, más tarde grita... y si ni aún así logramos comprender... nos sacude emocionalmente, cada vez con más intensidad, hasta que reaccionamos.
Por lo tanto, quizá, esa persona que nos provoca tanto dolor, es un maestro que nos esta ayudando a reaccionar, a comprender.

En todo el proceso de aprendizaje nunca estamos solos, por más que así nos sintamos.
Siempre tenemos cerca a las personas y vivimos las circunstancias adecuadas a la fase del aprendizaje.

Desear ayudar no es suficiente, se ha de recibir la ayuda que se necesita... y quizás nosotros, con toda nuestra buena intención, no somos los adecuados.
Es un ejercicio de humildad entenderlo, no es que se nos desprecie... es que no somos los adecuados.
Lo contrario es un claro indicio de soberbia.

En estos momentos, por más compasión que sintamos por la persona que sufre... hemos de alejarnos, con el convencimiento de que otros más adecuados le acompañarán en el trance.

Todos estamos inmersos en nuestros propios aprendizajes.
Todos somos maestros y alumnos en la escuela de la vida. El gran video juego o realidad virtual.
No hay experiencias absurdas o banales, da igual que las califiquemos como buenas o malas, que no lleven implícita una parte de enseñanza para todos los participantes.

Hoy, cada vez que me emociono... y afortunadamente lo hago muchas veces, doy gracias por ello.
Agradezco todo el amor que recibo, agradezco todo lo que me conmueve y agradezco ser capaz de amar... y de sentir y conmoverme ante el dolor y la alegría ajenos.

Emocionarme, sentirme agradecida ... no me salva de mis angustias, dolores, miedos e ignorancias.
Ahora comprendo que son parte de mi camino.
Cuando logro recuperar la serenidad me pregunto que es lo que no veo, que lección es en la que estoy inmersa.
Cuanto más serena más clara tengo mi mente y más fácilmente puedo comprender.

Si, como todos, deseo transitar por un hermosos camino rebosante de rosas, las más hermosas y olorosas... pero si no hay retos no hay aprendizajes... y mi aprendizaje no está concluido.
Me deleito con las rosas que encuentro por el camino... y con renovadas fuerzas sigo adelante.

No dejamos de sentir conscientemente , es un puro acto reflejo de protección del corazón muy herido... que se siente incapaz de soportar más dolor.

Las heridas en la infancia cuestan de sanar, no somos aún maduros emocionalmente, las vivimos con el ego inmaduro actuando como guia.
Esto me gusta... es bueno. Esto me provoca dolor... es malo.

Si no reunimos el valor de enfrentarlas más adelante, mirarlas con nuevos ojos... no es por comodidad, es que no sabemos como hacerlo.
Todos sanaremos nuestras heridas emocionales... a su tiempo. A más tiempo más dolor.

Deseo que a todas las personas a las que el dolor haya desconectado la capacidad de sentir, les llegue "su película" y lloren y lloren.
Esas lagrimas son el bálsamo, la medicina que necesitan los corazones rotos.
Y llegan justo en el momento adecuado, cuando estamos preparados.
Son las que nos hacen tomar conciencia de que el camino es mucho más hermoso de como lo percibíamos.

El amor nos hace sentirnos plenos... algo que no puede expresarse con palabras... solo puede sentirse..
No hay palabras para poder definir un sentimiento.

El amor es respeto, es empatía con los sentimientos ajenos, es ternura, es complicidad, es alegria, es justicia, es perdón, es amabilidad, es humildad, es conocimiento... y también es fortaleza.

El ego desmesurado es egoísmo ciego, a quien más destruye es a uno mismo. Impide que afloren los sentimientos, solo se toma conciencia de las emociones.

Si, todos estamos destinados a ser capaces de conmovernos, de manifestar amor... pero recordarlo nos lleva su tiempo y nos cuesta.
Es mas, ya somos amor pleno, solo que dentro del juego de la vida hemos decidido momentáneamente olvidarlo... para volver a recordarlo. Para ello escogemos un avatar.
Si, todos somos seres espirituales viviendo una experiencia material a traves de nuestro cuerpo y mente... el avatar o vehiculo que usamos en esta realidad virtual.

Es en el mundo material donde experimentamos cualquier cosa... con la seguridad de que una vez salgamos de esta realidad virtual solo nos llevaremos lo que hemos sentido y aprendido.
Al igual que en un video juego, tenemos tantas vidas y tiempo como precisemos para terminarlo.
Por más frustraciones, muertes, heridas físicas o emocionales y destrozos que causemos a traves de nuestro avatar... nunca nos repercuten.
Nuestro avatar siempre se regenera y nosotros continuamos acumulando experiencia y avanzando en el juego.

Te agradeceré comentes mis reflexiones. Juntos aprendemos
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