Una de las mas gratificantes manifestaciones del amor es la ternura.
La solemos asociar a la que nos despiertan los bebes y los niños... el sentimiento es de sentirnos extasiados.
Contemplamos casi embobados aquella manifestación de vida tan exuberante, tan frágil y tan hermosa.
El mínimo gesto es de una belleza incomparable.
La ternura que sentimos no se tiene porque restringir solo a las edades tempranas... no nos deja tan extasiados, pero no por ello nos conmueve menos.
No hay que confundir debilidad con fragilidad.
Las personas frágiles son las que pueden ser heridas con facilidad... pero no tienen porqué ser débiles.
Si, suelen ser muy sensibles.
La ternura nos la pueden despertar los seres queridos... de cualquier edad.
Les vemos desde el amor que sentimos por ellos.
Al mirarlos vemos sus batallas en la vida, su forma de ser... el cariño y abnegación con que nos tratan.
No son perfectos... ni nosotros tampoco, esto no nos impide amarnos.
Contemplar a un ser querido que nos despierta ternura, es maravilloso.
Más enrriquecedora es la experiencia cuando se comparte.
Esas caricias, esas miradas, ese tono en la voz que va de alma a alma.
Es una declaración de aceptación y cariño.
Nos hacen sentir que no estamos solos y que somos valorados. Nos fortalecen.
Los mayores vamos aislandonos en el contacto de piel a piel.
Este contacto es tan necesario como en los primeros años de vida, todos sabemos los problemas afectivos y de desarrollo de los bebes, que no lo reciben en cantidad y calidad suficiente.
Recibir ternura nos vivifica y comueve, dar ternura nos permite expresar un sentimiento maravilloso.
La ternura sana.
No se puede comprar.
Solo se puede dar y recibir desde el alma... y es completamente espontanea.
El tacto es de una sensibilidad extrema. Sin palabras nos lo dice todo.
Detectamos instintivamente la intención de quien nos toca.
Muchas veces, a nivel consciente lo evaluamos de una manera... pero nuestro inconsciente nos advierte que es de otra.
Una persona puede mostrarnos afecto y nosotros recibirlo... pero en el fondo algo nos advierte que su afecto no nace en su alma... y la nuestra se protege.
Al final la intención primera es la que vale... y el tacto es tan sensible que lo nota. La ternura también se transmite por el tacto.
Si, la ternura es buena tanto para quien la recibe como para quien la transmite. Dichosos los que pueden compartirla.
Si, la ternura es una comunicación directa de alma a alma.
Si, sentir ternura es sentirse pleno, no hay vacío, ni soledad, ni oscuridad en este momento.
A medida que crecemos, crecen nuestros miedos.
Si damos ternura y no se nos corresponde o no se nos acepta, nos vamos retrayendo. Evitamos darla por miedo a sentir el rechazo... y esto nos duele y aísla.
Cuando somos abuelos y disfrutamos del cariño de los nietos, la ternura estalla en nuestro interior.
Disfrutamos de su inocencia, de su vitalidad, de sus alegrias... hasta de sus penas.
Reciben todas nuestras muestras de amor a manos llenas.
Reciben todo el amor de todos los que les rodean.
Nunca quedan hartos... y ellos nos lo devuelven de la misma manera.
Los abuelos, algo que muchas veces no pudimos hacer por obligaciones varias, cuando nuestros hijos eran pequeños... les damos todo el tiempo que necesitan, les protegemos, les escuchamos, nos convertimos un poco en los niños que una vez fuimos... y ellos, si reciben todo el amor de su entorno que necesitan, no temerán su carencia.
Si reciben suficiente amor: manifestado en seguridad, afecto y aprendizaje...serán adultos emocionalmente fuertes y estables.
Los abuelos hemos aprendido con los años el valor del tiempo y del amor. Las consecuencias de su carencia y las ventajas de su abundancia.
¡Y como los disfrutamos! Aunque cuando se marchan estemos exhaustos.
Todos los que les dan ternura a los niños... o a otros seres, se enriqueciesen, no hace falta ser abuelo.
El sexo sin ternura es una explosión de sensaciones... quizá más intensas que el sexo con ternura.
Pero después, cuando nos serenamos, nos sentimos completamente distintos.
Las personas que no dan ternura son las que mas la necesitan... su carencia les hace vivir aislados, desconfiados, perdidos.
El Tantra nos explica que, podemos vivirlo desde el llamado Tantra negro hasta el llamado Tantra blanco.
El negro es la búsqueda del placer propio usando como instrumento el cuerpo de la otra persona, sin importarnos como se siente. Es posesión, no unión. No estando técnicamente solos, lo estamos.
Compartir es mucho más gratificante que poseer.
La soledad es fría y oscura.
La ternura nos inunda de luz y calidez el alma.
El blanco es la manifestación mutua de los sentimientos más elevados, a través de nuestros cuerpos. No hay posesión... es la plena libertad, es alegria, es gozo, es unión.
La ternura está siempre presente, por medio de ella se fusionan las almas.
Es la plenitud.
Mientras el negro nos esclaviza buscando una satisfacción que no poseemos pero deseamos, el blanco es la libertad... porque no buscamos... damos el amor que ya tenemos, que sentimos.
El negro busca desesperadamente un placer que le llene, su alma precisa de luz y calor, se siente enferma, esta sedienta de amor... de ternura... pero que le es imposible de alcanzar, porque aún no comprende que es desde el corazón y no desde la mente como se alcanza.
Casi lo alcanza en el orgasmo... pero nunca lo logra.
Se le escapa porque es incapaz de manifestar ternura, su conciencia solo actú a nivel egóico, a nivel mental.
El blanco es la unión de las almas.
Su fusión se manifiesta físicamente mediante el roce de la piel, la caricia de la mirada, el olor, el tono de la voz, el sabor, los dos cuerpos vibran al unísono ... es la total entrega de los cuerpos y almas... con una ternura que raya lo infinito.
Experimentar esta unión es alcanzar el cielo.
El blanco no se alcanza ni con tecnicas ni con decorados... el blanco es lo autentico, sin artificio ninguno.
Entre los dos extremos todas las tonalidades de grises.
El Ser humano necesita la ternura en todas las etapas de su vida.
Aprende a tratarte con ternura, no es necesario recibirla para manifestarla en ti mismo y en tus relaciones interpersonales.
El dar y recibir mutuo potencia sus beneficios.
Amor es ternura, no hay ternura sin amor.
Te agradeceré comentes y compartas mis reflexiones, juntos aprendemos. Muchas gracias por tu atención.
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