sábado, 24 de mayo de 2014

De lo que nos depara el futuro

Todos sabemos lo que nos depara el futuro: La Dama de la Guadaña.Está puede llegar en cualquier momento, sin avisar, y decir- Vamos tienes que acompañarme.
Y aunque no queramos, no tenemos elección. En ese momento, nuestra mayor alegría, o nuestra mayor tristeza, será mirar al pasado. Y contestar a la pregunta-¿Habré amado lo suficiente?

Ama. No me refiero tan sólo al amor hacia otra persona. Amar significa estar disponible para los milagros, para las victorias y las derrotas, para todo lo que pasa durante cada día que se nos permite caminar sobre la faz de la Tierra. Nuestra alma está gobernada por cuatro fuerzas invisibles: amor, muerte, poder y tiempo.

Hay que amar, porque Dios nos ama.
Hay que recordar la existencia de la Dama de la Guadaña.
Hay que luchar para crecer, pero sin caer en la trampa del poder que obtenemos de ello, porque sabemos que no vale nada.
Finalmente, hay que aceptar que nuestra alma- aunque sea eterna-en este momento está atrapada en la tela del tiempo, con sus oportunidades y limitaciones.

Nuestro sueño, el deseo que está en nuestra alma, no vino de la nada. Alguien lo puso allí. Y ese alguien, que es puro amor y sólo quiere nuestra felicidad, lo hizo porque nos dio además del deseo, las herramientas para hacerlo realidad.
Al pasar por un periodo difícil, recuerda: aunque hayas perdido grandes batallas, has sobrevivido y estás aquí. Eso es un victoria. Demuestra tu alegría y celebra tu capacidad para seguir adelante.
Derrama generosamente tu amor por los campos y pastos, por las calles de las ciudades grandes y por las dunas del desierto. 
Demuestra que te importan los pobres, porque están ahí para que tu puedas manifestar la virtud de la caridad.
Y también te importan los ricos, que desconfían de todo, y mantienen su granero abarrotado y sus cofres llenos, pero a pesar de todo eso no son capaces de alejar la soledad.

Nunca pierdas una oportunidad de demostrar tu amor. Sobre todo hacia aquellos que están cerca, porque con ellos somos más cuidadosos, por miedo a que nos hagan daño.

Ama. Porque serás el primer beneficiado de ello. El mundo a tu alrededor te recompensará aunque en un primer momento pienses- No entienden mi amor- El amor no hay que entenderlo. Sólo hay que demostrarlo.
Por tanto, lo que te reserva el futuro depende totalmente de tu capacidad de amar.

Y para eso debes tener absoluta y total confianza en lo que haces. No dejes que otros digan- Aquel camino es mejor- o - Este trayecto es más fácil-
El mayor don que Dios nos ha dado es el poder tomar nuestras decisiones.
 Todos escuchamos desde niños que aquello que deseamos vivir es imposible. A medida que acumulamos años, acumulamos también las arenas de los perjuicios, los miedos y las culpas.
Libérate de eso. No mañana, ni hoy por la noche, sino en este momento.

Ya he dicho que muchos de nosotros creemos que herimos a las personas que amamos cuando lo dejamos todo en nombre de los sueños. Pero aquellos que realmente nos desean el bien anhelan vernos felices, aunque no comprendan lo que hacemos y aunque, en un primer momento, utilicen amenazas, promesas o lagrimas para impedirnos seguir adelante.

La aventura de los días que vendrán ha de estar llena de romanticismo, porque el mundo lo necesita: por tanto, cuando estés montado en tu caballo, siente el viento en la cara y alégrate por la sensación de libertad.
Pero no olvides que tienes un largo viaje por delante. Si te entregas demasiado al romanticismo, puedes caer. Si no te paras a descansar, el caballo puede morir de sed o de cansancio.
Escucha el viento, pero no te olvides del caballo.

Y justo en el momento en que todo está saliendo bien y tienes el sueño casi al alcance de la mano, hay que estar más atento que nunca. Porque, cuando casi lo hayas conseguido, vas a tener un gran sentimiento de culpa.
Verás que estás a punto de llegar a donde muchos otros no pudieron ir, y pensarás que no mereces lo que la vida te da. Olvidarás todo lo que has superado, todo lo que has sufrido, todas las cosas a las que has tenido que renunciar. Y, debido a la culpa, puedes destruir inconscientemente lo que tanto te ha costado construir.
Ëste es el más peligroso de los obstáculos, porque tiene en si mismo cierta aura de santidad: renunciar a la conquista.
Pero si el hombre entiende que es digno de eso por lo que tanto ha luchado, entonces se da cuenta de que en realidad no ha llegado solo. Sólo entiende su propia dignidad aquel que ha sido capaz de honrar cada uno de sus pasos.
El manuscrito encontrado en Accra- Paulo Cohelo










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