Cuando hay lealtad las armas son inútiles. Porque todas las armas son instrumentos del mal, no son instrumentos del sabio.
La lealtad se basa en el respeto, y el respeto es fruto del amor. El amor que ahuyenta los demonios de la imaginación que desconfían de todos y de todo, y que devuelve la pureza a los ojos.
Un sabio, cuando desea debilitar a alguien, primero hace que la persona crea que es fuerte. Así desafiará a alguien aún más fuerte, este caerá en la trampa y será destruido.
Un sabio, cuando desea reducir a alguien, primero hace que la persona suba a la montaña más alta del mundo y que piense que tiene mucho poder. Así, creerá que puede llegar aun más alto y se despeñara en el abismo. Un sabio, cuando desea obtener lo que otro posee, todo lo que hace es colmarle de regalos. Así, el otro tendrá que cuidar de lo inútil y perderá todo lo demás, porque estará ocupado cuidando de aquello que piensa que posee. Un sabio, cuando no puede saber lo que planea su adversario, finge un ataque. Todo el mundo esta siempre preparado para defenderse, porque vive con el miedo y la paranoia de que a los demás no les gusta. Y el adversario- por muy brillante que sea- se siente inseguro y reacciona con violencia desmesurada a la provocación. Al hacerlo, muestra todas las armas que tiene, y el sabio descubre sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Entonces, una vez sabe exactamente el tipo de confrontación que le espera, el sabio ataca o retrocede. De esa manera, los que parecen sumisos y débiles conquistan y derrotan a los duros y fuertes.
Por tanto, muchas veces los sabios derrotan a los guerreros, aunque también los guerreros derroten a los sabios. Para evitarlo, lo mejor es buscar la paz y el reposo que hay en las diferencias entre los seres humanos.
Aquel al que un día hirieron debe preguntarse:- ¿Vale la pena llenarme el corazón de odio y arrastrar ese peso conmigo? En este momento echa mano de una de las cualidades del Amor llamada Perdón. Lo hace volar por encima de las ofensas dichas en el calor de la batalla, ya que el tiempo pronto se encargará de borrarlas, igual que el viento borra las huellas de la arena del desierto. Y cuando el perdón se manifiesta, el que ofendió se siente humillado por su error y se vuelve leal.
Seamos, por tanto, conscientes de las fuerzas que nos mueven. El verdadero héroe no es el que nació para vivir grandes hechos, sino el que consiguió- por medio de pequeñas cosas- construir un escudo de lealtad a su alrededor.Así, cuando el héroe salva al adversario de la muerte segura o de la traición, nadie olvidará jamás su gesto.
El verdadero amante no es el que dice- Tú tienes que estar a mi lado y yo debo cuidarte porque somos leales el uno con el otro. El verdadero amante es el que entiende que la lealtad sólo puede ser demostrada cuando hay libertad. Y, sin miedo a la traición, acepta y respeta el sueño del otro confiando en la fuerza suprema del Amor.
El verdadero amigo no es el que dice:- Hoy me has hecho daño, y estoy triste- Dice:-Hoy me has hecho daño por razones que desconozco y que tal vez tu mismo ignores, pero mañana sé que podré contar con tu ayuda, y no me voy a poner triste.- Y el amigo contesta- Eres leal porque has dicho lo que sentías. No hay nada peor que aquellos que confunden la lealtad con la aceptación de todos los errores.
La más destructora de las armas no es la lanza ni el cañón, que pueden causar heridas en el cuerpo y destruir murallas. La más terrible de todas las armas es la palabra, que arruina una vida sin dejar rastro de sangre y cuyas heridas no cicatrizan jamás.
Seamos, por tanto, señores de nuestra lengua para no ser esclavos de nuestras palabras. Aunque se utilicen contra nosotros, no entremos en un combate que jamás tendrá un vencedor. En el momento en que nos pongamos a la altura del adversario vil, estaremos luchando en las tinieblas, y el único que saldrá ganando es el Señor de las Tinieblas.
La lealtad es una perla entre los granos de arena que sólo aquellos que realmente entienden su significado pueden ver. Así,quien siembra la discordia puede pasar mil veces por el mismo lugar, pero nunca vera esa pequeña joya que mantiene unidos a los que quieren seguir unidos.
La lealtad no se puede imponer nunca a la fuerza, por el miedo, por la inseguridad o por la intimidación. Es una elección que sólo los espíritus fuertes tienen el coraje de hacer. Y que por ser una elección, nunca es tolerante con la traición, pero siempre es generosa con los errores. Y, por ser una elección, resiste al tiempo y a los conflictos pasajeros.
El manuscrito encontrado en Accra- Paulo Cohelo
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