miércoles, 3 de septiembre de 2014

De pequeños nadie nos pregunta: ¿Tú te quieres a ti mismo?


¿A quién queremos?

Ya de niños, nos preguntan: ¿Quieres a papá? ¿Quieres a la tía? ¿Quieres a tu profesor?

Nadie nos pregunta: ¿Tú te quieres a ti mismo?

Y terminamos gastando gran parte de nuestra vida y de nuestra energía en intentar agradar a los demás. Pero, ¿y qué hay de nosotros? El jesuita Anthony Mello cuenta una genial historia sobre este asunto:

Una mujer y su hijo se encuentran en una cafetería. Tras escuchar el pedido de la madre, la camarera se dirige al niño:

-¿Y tú qué vas a querer?

-Un perrito caliente.

-De eso nada – salta la madre – Lo que él quiere es un filete de ternera con guarnición de verduras.

La camarera, ignorando el comentario, le pregunta al chico:

-¿Lo quieres con mostaza o con kétchup?

-Con los dos – responde el chico.

Y a continuación se vuelve hacia la madre, todo sorprendido:

-¡Mamá! ¡ELLA CREE QUE SOY DE VERDAD!


¿Cuantas veces creyendo que estamos cuidando de nuestros hijos, lo que les inculcamos es que ellos no cuentan ? 



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