El mundo es "mi" reflejo... mal que lo quiera fervientemente negar.
¿Como van a ser las barbaridades que se cometen un reflejo de mi interior? Ni hablar, esta afirmación es falsa.
Yo no soy malo... o no tanto... y tengo mis razones para ello.
He aquí una historia, que leí en internet, de la que desconozco al autor. Créditos a quien corresponda.
Un conejo andaba paseando por el campo y se encontró con un montón de ruinas... evidentemente el conejo no tenia idea de que es lo que era una ruina... para el era una parte más del paisaje.
Su curiosidad le hizo investigar.
Llegó a una gran sala... que estaba repleta de conejos como él. Les sonrió y todos le devolvieron la sonrisa, cosa que le alegro mucho.
Se despidió de todos ellos, no quería interrumpir aquella asamblea... y ellos también se despidieron amablemente de él... salió de la sala muy contento por el encuentro.
Se marcho diciéndose que algún día volvería a ese lugar tan agradable y lo recomendaría.
Pasó el tiempo y por allí pasó otro conejo. Su curiosidad, al igual que le ocurrió al primero, le hizo adentrarse en el lugar.
Llegó a la sala y vio a todos los conejos.
De entrada de asustó... no sabía las intenciones de aquel grupo.
Sus miradas no eran tranquilizadoras.
Decidió que era un ambiente hostil y se marcho rápidamente, sin intentar ningún tipo de contacto con ellos.
No volvería nunca más a un lugar tan desagradable. Advertiría de su peligrosidad a otros posibles incautos.
Lo que ni el primer conejo ni el segundo supieron nunca, porqué los conejos no conocen la escritura humana, era que, entre los escombros, un letrero indicaba que aquellas ruinas habían sido parte de un parque de atracciones. Concretamente era el salón de los espejos.
Los dos se vieron reflejados en los espejos, se vieron exactamente como ellos se sentían... muy ampliado.
Si logramos mirar serena e imparcialmente en nuestro interior... y luego analizar nuestra imagen en el espejo, da igual el del mundo o el de nuestro baño, veremos reflejados en él, con fidelidad absoluta, la manifestación de como nos sentimos en este preciso instante... esperanzados, cansados, vencidos, fuertes, doloridos, contentos, airados, etc.
Auto engañarnos solo nos sirve momentáneamente.
Todos en realidad sabemos si nos avergonzamos o no de nosotros mismos.
Sabemos si podríamos ser mejores, aunque escojamos no serlo... tenemos nuestras razones.
Hasta el menos empático, ignorante y tirano sabe que su comportamiento es dañino... pero su miedo, su ignorancia y su falta de empatia ciegan su conciencia.
Si estos personajes no existiesen, si estas barbaridades no se perpetrasen... ¿como escoger libremente no ser como ellos? Si, ya se que parece una barbaridad pensar en que son útiles para el bien común.
!Pero para escoger tenemos que poder escoger¡
Siempre se nos ha asegurado que el hombre disfruta de libre albedrío.
Al final, como todo, todos somos igual de necesarios para el mutuo aprendizaje.
No hay buenos o malos actores en la obra de la Vida... hay buenos y malos personajes que cumplen su función para el desarrollo de la obra, a los que interpretan sendos actores.
Todos los personajes poseemos nuestras luces y nuestras sombras... muchas veces sin ser plenamente conscientes de ello.
Para los que poseen en un buen grado pero lo desconocen o no les dan importancia, sus luces, los demás personajes tenemos una palabra que los define, les llamamos humildes.
A los que poseen en un buen grado pero lo desconocen o no les dan importancia, sus sombras, tenemos muchas palabras para definirlos... yo me quedo con una, infelices.
Y todos los infelices que conozco desearían dejar de sentirse así... pero no saben como.
De hecho a más luces, consciente o inconscientemente, más paz, serenidad y bienestar.
A más sombras, consciente o inconscientemente más infelicidad, angustia, temor, ira.
No hay personaje que no lo refleje fielmente.
Un personaje humilde desconoce la envidia y la soberbia. Se alegra por los logros ajenos y reconoce sus limitaciones.
Al carecer de envidia y soberbia su carácter es amable y cooperativo.
Su nivel de satisfacción, felicidad o serenidad son muy altos.
Los infelices viven en un nivel de satisfacción justo contrario.
Todos los personajes tenemos grados de luces y sombras... según nos sentimos fluctuamos entre todas ellas.
Si nos sentimos contentos, nuestro estado de ánimo nos predispone a la indulgencia y la generosidad.
Si nos sentimos mal... la indulgencia y la generosidad brillan por su ausencia.
Vamos fluctuando entre los dos extremos. Cada personaje tiene un ángulo de fluctuación diferente.
¿Quién ante un dolor intenso que cree injusto, no ha manifestado un momento, siquiera, rabia ciega?
¿Quién ante muchas dificultades no ha envidiado las ventajas de otros?
¿Quién no se ha sentido amenazado por peligros externos... que cree posibles?
¿Quién no ha dudado de su valía, de sus conocimientos, de sus creencias?
¿Quién no ha deseado sentirse amado, respetado, comprendido... y muy frustrado y solo si no lo consigue?
La diferencia radica en el autocontrol y el auto respeto.
En cuales son los limites que no se permite traspasar, porque sabe que si los traspasa acabará despreciándose.
Cuando el precio a pagar es demasiado alto, según el baremo de cada uno, pagarlo no le vale la pena.
Leí en alguna parte que cuanto más de forma vil actúa un personaje, más en realidad es un grito silencioso de su alma, que clama por ser amada y que acabe su dolor... y que este comportamiento vil es un revulsivo para los que no quieren imitarle.
Nadie escoge libremente sentirse mal, despreciable o tirano... es mucho mejor para él sentirse bien, apreciado y amado.
Claro que hay una razón a nivel supra consciente para escoger tamaña desgracia.
El papel de malo o desgraciado es imprescindible en el transcurrir de cualquier obra, para el desarrollo del argumento.
El malo nos provoca rechazo. Si el malo cambia y se vuelve bueno, nos conmovemos y alegramos.
Si el bueno se convierte en malo lo despreciamos, pero... sin aprobar su conducta tendemos a analizar las razones del cambio.
No justificamos pero si comprendemos... y mantenemos la esperanza de que vuelva a ser bueno.
Sin por ello dejar de protegernos de sus maldades.
Somos a la vez personajes y espectadores... difícil pero cierto.
Si no mantenemos la esperanza, si deseamos que reciba su merecido castigo por sus maldades, si nos regocijamos en el dolor ajeno... es porque el personaje que interpretamos, debido al efecto espejo, se ve a si mismo reflejado en el otro... porque él, sin reconocerse, se cree indigno de misericordia. Se cree merecedor del peor de los castigos.
Mira el mundo... los problemas que nos asolan...sus causas, en alguna medida estas causas también anidan en nuestro interior.
Afortunadamente no todo es malo... y también sus causas están en nuestro interior.
Visto desde fuera, esta locura de mundo tiene su lógica.
No hemos encarnado en esta realidad, en esta obra de teatro, para disfrutar de unas idílicas vacaciones en un centro turístico... aunque todos intentamos que lo sean.
Hemos venido a aprender.
Concretamente hemos venido a experimentar el amor... en todos sus grados, comprender las ventajas e inconvenientes de ellos, bajo todas las perspectivas posibles.
¿Qué mejor manera de aprender que experimentarlo?
Para poder ser generosos hemos de poder ser egoístas, por ejemplo.
Y para poder experimentarlo se necesitan actores que encarnan situaciones para nosotros poder escoger por cual nos decidimos. La comprensión plena llega cuando decidimos ser correlativamente generosos, egoístas, victimas y verdugos... o vivimos la experiencia a través del dolor o alegria de otros.
Esto nos puede llevar mucho tiempo, muchas vidas, muchas obras de teatro...... toda una serie o saga, pero al acabar el ciclo ya hemos comprendido todas las ventajas he inconvenientes.
La lección, se tarde lo que se tarde, acaba siendo comprendida.
La Vida no tiene prisa.
La eternidad no tiene tiempo.
Si disfrutas del amor que sientes, del que ofreces y del que se te ofrece... es porque el amor, en un grado elevado ya es consciente en tu mente.
Si no lo disfrutas, padeces su carencia.
A lo largo de la obra, el grado va cambiando.
Desear que las barbaridades acaben, que todos logremos ser más sabios y respetuosos, que nos amemos y amemos... por desgracia aún no está en todas las conciencias de los personajes.
Es por ello que el espejo del mundo, que refleja amplificadas nuestra luces y sombras, ha sido creado.
Primero nos vemos reflejados... y con el tiempo comprendemos que solo son nuestro reflejo... y podemos mejorarnos.
Esta es la finalidad de la saga.
Evolucionar en su transcurso, mediante diferentes vivencia.
Somos actores representando personajes.
Todas las decisiones que tomamos como personajes, nos definen exactamente en el momento evolutivo en el que estamos en ese momento.
Decisiones, que el personaje, toma a través de dudas, renuncias, miedos, esperanzas... pero el guion ya estaba escrito.
La decisión fue tomada antes de comenzar la función.
Continuaremos decidiendo, sin saber que nos depara el futuro... pero cuando el personaje alcanza este nivel de comprensión, sin saber lo que le depara, lo acepta de antemano y se adapta a lo que le llega.
No somos títeres, el argumento fue escrito por nosotros mismos mientras no estábamos encarnados.
Mientras nuestra conciencia era plena decidimos el argumento... las situaciones a vivir... para experimentar lo que consideramos oportuno.... y
nos repartimos los papeles.
Nos generamos un momentáneo olvido... y encarnamos.
Vivir la experiencia como real solo es posible así.
Nos encarnamos sabiendo todo el guion, el porque y con quien actuaremos... y momentáneamente lo olvidamos, para poder experimentarlo.
Todo son causalidades, no hay casualidades.
Quizás tu peor enemigo aquí es tu más buen amigo allí.
No te imagines un mundo eterno lleno de actores en el otro lado... No podemos llegar a comprenderlo... pero si a razonarlo.
Nos percibimos como las olas que el mar manifiesta... pero no somos las olas, somos el mar.
El mar es todas las olas que han sido, son, serán y podrían llegar a ser... sin dejar de ser por un instante todo El mar.
Si, ya se que a tanto no llegamos.
Que solo pensarlo nos supera.
Mejor nos concentramos en el aquí y ahora... en como nos sentimos ahora.
Toda ola, junto con todas sus vivencias, cuando se desvanece en la orilla, recuerda que siempre a sido El mar... y por ello también todas las demás olas.
Todo llega cuando tiene que llegar, el tiempo no tiene prisa... la eternidad no tiene tiempo.
Como personaje estoy viviendo una trepidante aventura, no recuerdo su final, se que no corro ningún peligro y el Amor, la totalidad, es la meta garantizada.
El Amor es el sentimiento que mejor refleja la plenitud, de lo que nuestro nivel de conciencia conoce.
La energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma.
Yo Soy el Amor, la Energia consciente e infinita.
Si, el mundo es uno de mis reflejos... porque Yo no soy la ola... Yo Soy el Todo.
Te agradeceré comentes mis reflexiones, juntos aprendemos. Muchas gracias por tu atención.
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