Tengo una maestra muy peculiar y al mismo tiempo muy querida.
Sus métodos de enseñanza son muy poco ortodoxos, pero eficaces.
Nos quieres mucho a todos, respeta nuestros caracteres y nunca nos pone un trabajo para el que no estemos capacitados.
Es buena para motivar, para ayudarnos a aprender cosas nuevas. Siempre esta ahí para responder dudas, su voz es dulce y sus palabras sabias... pero si percibe que hay acomodo y no nos esforzamos lo suficiente... se transforma en algo que me causa mucho respeto.
Nos deja muy claro que "con la maestra no se juega"
En este caso, el dia a día de quienes van muy rezagados va cambiando.
Les ocurren contratiempos que van en aumento en la medida en que pasa el tiempo, se enfadan, se sienten perdidos, angustiados, infelices....
Si alguien se queja le suelta que la escuela no es un hotel de vacaciones, que aquí se viene a aprender y que su trabajo es conseguirlo.
Que ya sabemos que .su primera opción es enseñar con paciencia y dulzura, que si percibe que alguno no lo pilla porque anda distraído, aumenta el tono de su voz sin perder la paciencia... pero que si continua sin comprender, es el momento de usar sus herramientas mas contundentes.
Algunas veces nos deja seguir en la ignorancia y pereza durante un cierto tiempo... para ver si acabamos nosotros solos comprendiendo.
Pero, si persisten el desconocimiento y la pereza... comienzan las calamidades.
Perder el empleo, romperse la estabilidad familiar, padecer necesidades, enfermar, deprimirse, angustiarse, enfadarse por cualquier motivo... sin que ella se apiade del infortunio y lo cese.
Sostiene que llega un momento, entre tantas calamidades, en el que comprendemos que es mucho menos doloroso esforzarnos en comprender y así poder cambiar el resultado de los ejercicio, que continuar padeciendo.
En todo momento, muy cerca... al alcance de la mano tenemos algún tipo de ayuda... solo hemos de alargar la mano para poder usarla.
Acaba mi maestra logrando rebajar la ignorancia, el orgullo, la soberbia y la pereza... y con ello ha aumentado el conocimiento, la humildad, la serenidad y la fraternidad... y todos nos sentimos muy orgullosos de ello.
Acto seguido vuelve ha ser la maestra dulce, paciente y motivadora y muy orgullosa de nuestros logros... Para sin mucha demora comenzar un nuevo capitulo, empleando la misma progresiva técnica.
Algunas lecciones se pillan a la primera y otras necesitan de toda su artilleria. Ella no se inmuta, no tiene prisa, cada uno necesita su tiempo.
Aunque haya algún alumno al que se le resiste muchísimo una lección y se empeña en sufrir largo tiempo todos los desastres, ella no se compadece de sus súplicas.
Sencillamente le dice, con una sonrisa cálida y comprensiva, que no hay prisa, que repetirá el curso tantas veces como precise.
Curiosamente el alumno se tranquiliza, sabe que por más que tarde, por más que padezca... ella no se rinde.
Llegará, como todos, al final del aprendizaje, la maestra no deja a nadie en el camino. No da a nadie por perdido o incapaz.
Si, mi maestra se llama Vida.
Te agradeceré comentes y compartas mis reflexiones, juntos aprendemos. Muchas gracias por tu atención.
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